Salmo de Meishu Sama

Kyūrei

Kakuriyo no
Kami ni inorite tengoku no
hito to narekashi hito hi mo hayaku.

Utsusomi no
yo nite wa kanawanu misukui no
waza mo kanawan tama no mikuni wa.

Kakuriyo ni
irishi nare wa mo misukui ni
hita isoshimeyo chikara kaguiri ni.

Salvación de las almas

Rezando al Dios
del Mundo Espiritual, te transformarás,
rápidamente, en habitante del Reino del Cielo.

No conseguiste
salvar el cuerpo físico en este mundo.
Obtendrás ahora la salvación espiritual.

Ya ingresaste
en el Mundo Espiritual. Dedícate,
de corazón, con esfuerzo, al Arte de la Salvación.

Enseñanza de Meishu Sama

La Ley de la Supremacía del Espíritu sobre la Materia

El interior del espíritu humano está formado por tres capas que convergen en el centro. La más interna de ellas es el alma. Es aquella que, al venir a estemundo, pasa del hombre al vientre de la mujer.

 Sin embargo, la mente envuelve al alma y ella, a su vez, está envuelta por el espíritu. Así, las condiciones que prevalecen en el alma son transferidas al espíritu por medio de la mente, y en forma inversa, las condiciones que existen en el espíritu también se reflejan en el alma por medio de la mente. 

Sintetizando, el alma, la mente y el espíritu están en relación reciproca, es decir, son una trinidad. Obviamente, durante su vida, cualquier ser humano practica actos buenos y malos. Cuando lo malo supera a lo bueno, el resultado es que el pecado se manifiesta como un nublamiento en el alma. Así, desde la mente, el espíritu se nubla también. Dicho nublamiento se elimina cuando se establece el subsiguiente proceso de purificación. Con este proceso, temporalmente el nublamiento se contrae, se condensa y se concentra en ciertas regiones del cuerpo. Resulta interesante que las localizaciones de los nublamientos difieran de acuerdo con la naturaleza del pecado. Por ejemplo, un pecado cometido por medio de los ojos causa nublamientos en el ojo, mientras que los pecados cometidos con la cabeza producen nublamientos precisamente en la cabeza, y los pecados relacionados con el pecho los producen en la misma región.

Ahora me referiré al segundo tipo de causa, es decir, a los nublamientos que se transfieren desde el cuerpo físico hacia el espíritu. En este caso, el enturbiamientose produce antes en la sangre y en seguida se transmite al espíritu.

La sangre es la materialización del espíritu y, recíprocamente, la espiritualización de la sangre es el espíritu. En otras palabras, el cuerpo y el espíritu son uno. Como consecuencia, cuando el nublamiento condensado se proyecta al cuerpo, causa enturbiamiento en la sangre, y cuando se condensa aún más, entonces se forma un endurecimiento [toxinas solidificadas]. Este, disolviéndose y licuificándose, se elimina por diferentes partes del cuerpo. Los sufrimientos asociados con este proceso no son otra cosa más que la enfermedad.

¿Cómo se forma entonces el citado enturbiamiento en la sangre? Por increíble que parezca, es debido a los medicamentos: el arma principal de la terapia médica. Como todos los medicamentos son venenos, la introducción de ellos en el cuerpo produce el enturbiamiento de la sangre, lo que queda ampliamente demostrado por los hechos. Debido a esto, no es extraño que mientras se esté sometido a tratamientos médicos, las enfermedades frecuentemente se prolonguen, empeoren o den lugar a efectos patológicos colaterales. Si el enturbiamiento de la sangre se refleja como un nublamiento en el espíritu y si esto es la causa de la enfermedad, entonces la forma de curar dicha enfermedad es precisamente mediante la misma vía. 

   Como es una ley universal que el espíritu tenga supremacía sobre el cuerpo, a menos que el nublamiento que existe en el espíritu sea completamente eliminado, la enfermedad, que es resultado del nublamiento, tampoco podrá ser curada. Nuestra terapia [el Johrei] consiste en aplicar esta ley, pues por medio de la purificación del espíritu se logra fundamentalmente la cura de las enfermedades. Esto es Johrei, que significa “purificación del espíritu”. En cambio, la ciencia médica trata de curar solo el cuerpo, ignorando el espíritu. En consecuencia e independientemente del progreso que haga, solo podrá realizar curas temporales.

15 de agosto de 1951

ORIENTACIÓN PARA LA CEREMONIA OBON DELMES DE SEPTIEMBRE

¡Feliz Ceremonia de Elevación de las Almas de los Antepasados para todos los participantes reunidos hoy en la inauguración del  SOREISHA, ALTAR DE LOS ANTEPASADOS PARA LOS PUEBLOS DE HISPANOAMÉRICA!

Hoy pedimos permiso para invitar a esta ceremonia a las almas de muchos antepasados que partieron hacia el Mundo Espiritual, para que Dios les concediera la oportunidad, al recibir Su Luz, de poder integrarse a la Obra Divina, convirtiéndose así, en instrumentos dignos de Su Voluntad. 

Este Altar de los Antepasados, construido por las manos de los argentinos con madera kiri de origen japonés, es donde ofrecemos las  ceremonias y oraciones a todos los espíritus que deseamos que participen en la Obra de Gratitud. Los antepasados invocados se elevan  y fortalecen su espíritu para ayudar a sus descendientes y colaborar  en la mejora del Mundo Físico.

 Hoy hemos podido dar las gracias por el permiso que ellos recibieron de venir aquí a reunirse con nosotros en esta cerebración. Creo que pudieron fortalecerse y elevarse, para desapegarse cada vez más del Mundo Material. 

 Ellos, al entrar en contacto con el Poder de la Luz, y habiendo recibido especial  veneración a través de las oraciones de nosotros y de sus familiares, descendientes y amigos, pudieron regresar al exacto lugar elegido por Kakuriyo no Ookami para cumplir sus respectivas misiones de acuerdo con la Voluntad de Dios y el mérito acumulado por  nosotros,  sus  descendientes. 

  En verdad la muerte no existe. No hay diferencia entre  nosotros que estamos “vivos” y los familiares que llamamos “muertos”. Todos estamos vivos y viviremos para siempre. Por lo tanto, nuestros ancestros no están muertos como normalmente creemos. En nuestro interior, ellos están clamando: “¡No piensen que estamos muertos! ¡Estamos vivos dentro de ustedes!” 

Se usa la expresión “resucitar de entre los muertos”, como si tuviésemos que morir primero para recién entonces resucitar. En  verdad, para “resucitar de entre los muertos” es preciso entender que estuvieron y estarán vivos para siempre. 

Meishu Sama escribió: “Para salvar al prójimo, el ser humano necesita, en primer lugar, elevarse al Paraíso y volverse su habitante. De esta manera, él podrá atraer al prójimo hacia el Paraíso y guiarlo a la salvación”. Necesitamos hacer que esa Enseñanza se vuelva nuestra realidad. 

Por eso creo que la mejor herencia que podemos dejarle a nuestros descendientes es nuestra postura de sumar méritos y ganar la gratitud de las personas, los cuales son tesoros invisibles y se vuelven una gran herencia espiritual.

Si nuestros descendientes reciben esa herencia, podrán utilizarla para salvar a muchas personas. Y también van a ganar méritos que les permitirán volverse verdaderos hombres paradisíacos. 

Hablando del hombre paradisíaco, hay un episodio muy interesante, que sucedió hace más de 300 años en Japón, y me gustaría contárselos.

Había en Japón un monje budista muy famoso llamado Hakuin. Un día, un samurai fue a visitarlo y le preguntó: “Maestro Hakuin, tengo una gran duda: ¿en realidad, existen el Infierno y el Paraíso? Y si existen, ¿dónde quedan? ¡Explíqueme, por favor!”

Entonces, en lugar de responderle, Hakuin comenzó a provocar al samurai, y burlándose de él, le dijo: “El verdadero samurai no le teme a la muerte. Tú estás preocupado por, si después de morir, vas a ir al Paraíso o al Infierno. ¡Tú no eres un verdadero samurai!”

El samurai se puso furioso… pero por respeto, trató de no manifestar su ira. Sin embargo, el monje continuó provocándolo y le dijo: “La espada es el alma del samurai, pero creo que tu espada está oxidada… Mira, no quiero seguir perdiendo mi precioso tiempo contigo”. Y tras decir esto, lo escupió en la cara.

Entonces, el samurai ya no pudo soportar más. Sacó su espada y quiso darle un golpe al monje. Solo que Hakuin fue más rápido y lo esquivó. Entonces el samurai comenzó a correr detrás del monje para darle otro golpe.

En un momento, el monje quedó acorralado en un rincón, y cuando ya iba a recibir el golpe fatal, señalando al samurai, le gritó: “¡Ahí está el infierno!”

Al escuchar ese grito, el samurai entendió de inmediato el mensaje del monje y pensó: “Entonces, este sentimiento de rabia que quema en mi corazón, ¿es el mismo Infierno?”

De inmediato, el samurai se inclinó y dijo: “Maestro, ¡perdóneme por favor! Usted hasta arriesgó su propia vida, solamente para enseñarme esto… siento profunda gratitud desde el fondo de mi corazón”.

En ese mismo momento, el monje Hakuin dijo: “¡Ahí está el Paraíso!”.

Este episodio se relaciona con lo que Meishu Sama enseña: crear el Paraíso o el Infierno depende del estado de espíritu de cada uno. Como dijimos arriba, Meishu Sama enseñó que para construir el Paraíso, cada uno de nosotros debe volver su espíritu paradisíaco. Tener espíritu paradisíaco significa no tener ningún sufrimiento. Y la mejor manera de eliminar el sufrimiento es cultivar el sentimiento de gratitud, es decir, no crear el infierno dentro del corazón. 

Cualquier persona, cuando recibe gracias, consigue agradecer naturalmente. Sin embargo, no es fácil agradecer cuando estamos envueltos por grandes sufrimientos. Entonces, ¿cómo podremos cambiar nuestro sentimiento para llegar al punto de conseguir agradecer?

Sugiero  que  hagamos 3 prácticas  para  ayudarnos y ayudar  a otras  personas  que  están sufriendo: 

1) Tratemos de no quedar presos al sufrimiento, porque cuanto más nos apegamos al sufrimiento, más crece. 

Por eso, cuando enfrentemos un gran sufrimiento, procuremos, en primer lugar, entregar eso a Dios y a Meishu Sama. Después, miremos a nuestro alrededor y busquemos cosas por las cuales agradecer. Aunque sean pequeñas, se convierten en motivos para sentir gratitud. 

2) Procuremos agradecer ante cualquier sufrimiento. 

Hay una famosa frase que dice: “El sufrimiento pule el alma”.

Durante los 25 años que llevo de vida misionera, pasé por muchas pruebas. En la difusión pionera en Bolivia, Uruguay, Paraguay y aquí en la Argentina, muchas veces nadie quería recibir Johrei conmigo. Muchas  veces sin dinero, llegué a perder las esperanzas.

Además de eso, fui traicionado por algunos superiores y personas  que me difamaban con críticas infundadas. Realmente, pasé por momentos en los que sentía mucha bronca, pero nunca me sentí abandonado por Meishu Sama.

 Gracias a todos los sufrimientos que atravesé, aprendí muchas cosas. Pude evolucionar y fortalecer mi fe, además de ganar nuevas misiones por parte de Meishu Sama junto al Templo Luz del Oriente. 

Hoy siento mucha gratitud por los momentos de dolor y sufrimiento que atravesé, y los considero como verdaderos tesoros que me otorgó Dios. Sin ellos, no estaría hoy aquí, desafiando nuevos límites, ni podría ser fundador de Kannon Kyōkai junto a mi esposa y mis hijos, y  junto a todos ustedes.

Sé que hay muchas personas que están pasando por innumerables problemas, como enfermedades, falta de dinero, pérdida de personas queridas y bienes materiales, conflictos, envidia, traición…

Meishu Sama nos enseñó que cuanto mayor es la misión, mayor es la purificación. Por eso, necesitamos volvernos personas que consigan agradecer por los dolores y sufrimientos; precisamos entender que ellos constituyen un proceso de purificación y perfeccionamiento.

3) En lugar de eliminar las máculas espirituales con sufrimiento, eliminémoslas haciendo felices a las demás personas. Entreguemos la timidez y la vergüenza que sentimos al hablar de la existencia de Meishu Sama a la familia, la sociedad y el mundo. Levantemos  nuestras manos en todas las redes sociales en nombre del “Señor de la Luz”.

 Este es el camino que Meishu Sama nos enseñó como el medio más eficaz para eliminar las máculas. Salgamos de la “fe infantil” e ingresemos a  una “fe adulta”. 

Todo el mundo comienza en el nivel de “fe infantil”, en la cual solo quiere recibir gracias y solo se alegra cuando recibe gracias. 

Después de un tiempo, aprende que si quiere ser feliz, primero tiene que hacer feliz a su semejante, pero entonces, lo hace solamente porque quiere la felicidad. Quien está en este nivel, todavía posee una “fe interesada”.

Pero cuando la fe evoluciona más, ya es diferente. Ahí la persona piensa: “Qué bien me siento ayudando a otras personas… Si ellas son felices, ¡yo me siento más feliz todavía!” Esta es la “fe adulta”, la verdadera fe. 

Aquel que tiene fe adulta, siempre será protegido, pues busca ser útil a Dios. 

Cuando practiquemos esto, se podrá decir que estamos cerca del objetivo: ser una persona paradisíaca, un verdadero discípulo de Meishu Sama. 

¡Muchas gracias y buena misión para todos!

   Los espero el día sábado 3 de octubre a las 17 horas para participar del GOMENKAI, Ceremonia de Agradecimiento del mes, on line vía Youtube.

Muchas gracias.

Ministro Marcelo Rodrigues de Faria
Director de Kannon Kyōkai Hispanoamérica

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